A lo largo de la historia, el ser humano ha establecido parámetros de comportamiento que resaltan las diferencias entre lo femenino y lo masculino, definiendo de este modo la frontera entre los géneros. Pero en muchos casos se ha llegado a polarizar tanto esta divergencia de comportamiento entre hombres y mujeres, que parecieran existir reglas de conducta social para enfrentar las situaciones a las cuales es imposible substraerse.
Estos estereotipos han variado en la forma de manifestarse, pero en muchos casos, han mantenido la esencia que contienen: lo femenino planteado desde el punto de vista de la fragilidad, la suavidad, la maternidad, lo racional y lo masculino desde la virilidad, la fuerza y lo instintivo. Pero en la intimidad del individuo, cuando se encuentra solo con sus propias debilidades y fortalezas, esa frontera infranqueable desaparece, dando paso a un universo donde lo femenino y lo masculino se mezclan, para evidenciar al un ser humano complejo.
En un nuevo intento por abordar el universo emotivo, Tino Fernández ha planteado el espectáculo desde la soledad e intimidad de un hombre y una mujer, que se encuentran desnudos ante sus propias contradicciones; donde la conciencia es la única compañera de sus acciones: la que manipula, la que produce seguridad, la que genera desconfianza, la que juzga, la que aplaude, la que hace de cada uno de ellos seres únicos e irrepetibles.
La ruptura es el conflicto, el punto de partida y la llegada, pues ahora es tiempo de un silencio, es tiempo de callar y de mirarse con cuidado, es tiempo de asumir la soledad o de permitir que los consuma.
Estos estereotipos han variado en la forma de manifestarse, pero en muchos casos, han mantenido la esencia que contienen: lo femenino planteado desde el punto de vista de la fragilidad, la suavidad, la maternidad, lo racional y lo masculino desde la virilidad, la fuerza y lo instintivo. Pero en la intimidad del individuo, cuando se encuentra solo con sus propias debilidades y fortalezas, esa frontera infranqueable desaparece, dando paso a un universo donde lo femenino y lo masculino se mezclan, para evidenciar al un ser humano complejo.
En un nuevo intento por abordar el universo emotivo, Tino Fernández ha planteado el espectáculo desde la soledad e intimidad de un hombre y una mujer, que se encuentran desnudos ante sus propias contradicciones; donde la conciencia es la única compañera de sus acciones: la que manipula, la que produce seguridad, la que genera desconfianza, la que juzga, la que aplaude, la que hace de cada uno de ellos seres únicos e irrepetibles.
La ruptura es el conflicto, el punto de partida y la llegada, pues ahora es tiempo de un silencio, es tiempo de callar y de mirarse con cuidado, es tiempo de asumir la soledad o de permitir que los consuma.
Intérpretes:
Marvel Benavides,
Lina Gaviria,
John Henry Gerena,
Tino Fernández.
Diseño de Iluminación: Humberto Hernández
Diseño de vestuario: Marvel Benavides
Diseño gráfico John Henry Gerena, Iván Onatra
Marvel Benavides,
Lina Gaviria,
John Henry Gerena,
Tino Fernández.
Diseño de Iluminación: Humberto Hernández
Diseño de vestuario: Marvel Benavides
Diseño gráfico John Henry Gerena, Iván Onatra
Fotografía: Carlos Mario Lema
Produción: Zoad Humar
Diseño de Escenografía: Tino Fernández
Dramaturgia: Juliana Reyes
Dirección y Coreografía: Tino Fernández
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