Estela o el gran final 

El cuerpo desnudo de una mujer mayor ejecuta una danza de despedida con movimientos suaves. Una luz con el foco blanco directo en ella, una danza proyectada hacia el cielo. Se desprende de su vida, agradece por ella. Me pregunto cómo será mi última danza, cómo dejaré todo en este mundo y haré la transición a lo que sea que venga.

Una niña corriendo por el escenario, jugando a las escondidas, disfrutando del espacio y los objetos que la rodean. No actúa lo que hace, no busca imitar o hacer como si, solo se desenvuelve en el escenario y disfruta lo que está viviendo. La cualidad de su presencia me hace pensar en que a medida que crecemos tendemos a abandonar esa naturalidad del ser.

Una mujer joven entra y sale del piso con sus movimientos fluidos y llenos de fuerza, logro sentir su agotamiento y pienso en las altas y bajas en la vida de una mujer. Sigo sus movimientos que, en conjunto con el sonido, me generan un deseo inmenso de sentir y hacer lo que nos muestra.

Las anteriores son algunas de las imágenes que me regala Estela, obra de danza contemporánea de la compañía L’explose que propone un recorrido por los estadios y las transiciones de la vida de una mujer.