¿POR QUIÉN LLORAN MIS AMORES?

Para esta creación «¿Por quién lloran mis amores?», Tino Fernández ha querido volver a la pureza de la danza como único medio de expresión, pero con la madurez que le ha dejado el trabajo con actores en sus últimos montajes. La coreografía es entonces animada por impulsos emotivos y el movimiento transformado en una acción consciente al servicio de la situación dramática.
La escogencia de una bailarina proveniente de la escuela americana, basada en el movimiento, ha significado un reto tanto para ella como para el coreógrafo, pues la lucha permanente de bailar, cargando cada gesto de significación, ha convertido su danza en un estado teatral. Ha sido indispensable entonces, construir una dramaturgia interna que le dé sentido y continuidad al discurso no verbal.
En un nuevo intento de abordar el universo femenino, Tino Fernández ha planteado el espectáculo desde la soledad e intimidad de la mujer, donde se contrapone constantemente la fragilidad, producida por el espacio y la potencia, dada por la danza.
La historia es construída a partir de un espacio escénico conformado por 400 vasos de cristal que encierran a la bailarina y le dificultan la movilidad.
La desnudez física se convierte en metáfora de la entrega absoluta, con la cual decide iniciar la travesía hacia sí misma, para descubrir y exorcizar sus dolores, temores y pérdidas, a través de una banda sonora, abstracción de sus emociones, que mueve sus fibras internas, con el objetivo de ir construyendo las bases de su futuro.

ENFOQUE TEMATICO:

Viaje de regreso. Viaje profundo, hacia el interior. Viaje hacia lo perdido y, por momentos, olvidado. Viaje a través del tiempo y de la fragilidad de los recuerdos. Viaje peligroso y arriesgado por los entresijos de la memoria.
«¿ Por quién lloran mis amores ?» surge desde la entrega de la desnudez femenina, para dejar que la piel recorra todos los recuerdos al acecho de su propio ser, aflorando una danza pura, donde el movimiento se convierte en partitura de sentimientos y emociones, y la coreografía se transforma en estructura teatral, construida desde el interior de la intérprete.
La contraposición entre un espacio frágil, transparente y la fuerza y potencia de la danza, permite que la bailarina nos sumerja en su propio universo, invitando al espectador a cuestionarse sobre el suyo propio. Camino cristalino que permite vislumbrar lo vivido, para construir sobre el reflejo del pasado los cimientos de un futuro incierto.

PRENSA:

POESÍA EN MOVIMIENTO

Por Dolores Guerra – Correo de Andalucía, Marzo 13 de 2007

A lo largo de una fecunda trayectoria, esta compañía, plenamente colombiana aunque dirigida por un español, ha indagado en la danza contemporánea como medio de expresión dramática. Dentro de esa línea, esta obra se dirige hacia la exploración del mundo interior femenino.

Para ello ha elaborado un solo de danza, tan potente como elocuente, que pretende mostrar el deseo y las emociones en su más profunda desnudez. Además, no contenta con eso, Marvel Benavides asume el reto de bailar alrededor de cuatrocientos vasos de cristal que simbolizan las trabas y sufrimientos que surgen en ese viaje interior, tan emotivo como arriesgado.

De esta manera, el espectáculo establece un interesante juego de interacción con el espectador que lo lleva a mantenerse en tensión ante el peligro de chocar contra el cristal y provocar una herida real. Sin embargo, más que despertar un instinto morboso, le que este ejerció consigue es hacer más evidente la emoción que la intérprete expresa genialmente con su danza, repleta de virtuosismo y poesía.

Benavides salta, se retuerce, lucha consigo y con el frágil, aunque dañino, cristal que la rodea. A veces le huye y otras lo encara con todo el valor y el arrojo que es capaz de asumir. La magistral coreografía de Tino Fernández la lleva al límite de la expresión corporal y a la precisión absoluta del movimiento, a la repetición obsesiva de figuras que expresan la dificultad de escapar o enfrentarse a los propios miedos y limitaciones. Por su parte, la selección musical y las iluminación de Hernández le aportan la atmósfera necesaria para alcanzar el clímax del relato y dejarnos a todos el corazón encogido.